El conflicto se agravó… y nadie sabe cómo terminará

Lo que comenzó como una escalada indirecta entre Israel e Irán ha derivado en la entrada de EE. UU. en una guerra de múltiples dimensiones, con ramificaciones energéticas, diplomáticas, económicas y estratégicas. En esta columna, Alejandro Gómez Tames da actualización y ampliación integral de sus análisis previos sobre el conflicto.

En la historia contemporánea hay días que marcan una ruptura definitiva. El ataque aéreo lanzado por Estados Unidos contra las instalaciones nucleares de Irán el 21 de junio de 2025 es uno de ellos. Lo que comenzó como una escalada indirecta entre Israel e Irán ha derivado, de facto, en la entrada de Estados Unidos en una guerra de múltiples dimensiones, con ramificaciones energéticas, diplomáticas, económicas y estratégicas de proporciones todavía difíciles de calcular. Parece que el mundo ha dado un salto hacía un precipicio.

Este editorial es una actualización y ampliación integral de los análisis previos publicados en Economex sobre el conflicto Irán-Israel. A diferencia de los textos anteriores, ya no hablamos de hipótesis ni advertencias. La guerra se ha intensificado, y con ello, se abre un capítulo oscuro y potencialmente largo de confrontación global.

La Operación: «un éxito espectacular», según Trump

El ataque fue anunciado por el propio presidente Donald Trump en un mensaje televisado. Aviones B-2 Spirit partieron desde Missouri para cruzar discretamente el espacio aéreo y lanzar bombas GBU-57—conocidas como «Massive Ordnance Penetrators»—contra las instalaciones de Fordow, Natanz e Isfahan, pilares del programa nuclear iraní. A la par, submarinos estadounidenses dispararon misiles Tomahawk desde posiciones no reveladas. Trump, flanqueado por el vicepresidente J.D. Vance, el secretario de Estado Marco Rubio y el secretario de Defensa Pete Hegseth, declaró que los ataques fueron «un éxito espectacular» y que “las instalaciones nucleares de Irán han sido completamente y totalmente obliteradas”.

Sin embargo, diversos reportes contradicen la versión triunfalista de Washington. Fuentes rusas y algunos analistas militares señalan que la infraestructura crítica del ciclo nuclear iraní sufrió daños parciales o menores. Dmitry Medvedev, jefe del Consejo de Seguridad de Rusia, fue más lejos: aseguró que “varios países están listos para suministrar ojivas nucleares a Irán” si la situación se agrava.

El Contexto: De las advertencias a la acción

Hasta hace unos días, Trump jugaba al filo de la diplomacia coercitiva. Había dado dos semanas de plazo esperando que Irán cediera ante la presión israelí o se abriera a una negociación. No ocurrió ni una cosa ni la otra. Teherán resistió los ataques israelíes iniciales, devolvió fuego y dejó en claro que no negociaría bajo bombardeo.

El giro fue brusco. Trump pasó de prometer paz y contenerse, a ordenar uno de los bombardeos más arriesgados en la historia moderna contra un país con soberanía, fuerzas armadas robustas y capacidad de represalia. Lo hizo sin precedentes recientes: ningún presidente estadounidense se había atrevido a atacar directamente las instalaciones nucleares de Irán. Barack Obama y Joe Biden, por ejemplo, siempre se decantaron por la diplomacia, temiendo un escenario de guerra sin fin.

Trump, por el contrario, confió en una operación limitada, quirúrgica y exitosa que lo reposicione como un líder fuerte frente a China, Rusia y sus electores. Pero el desenlace de esta apuesta aún es incierto y lo que sucedió ayer podría implicar el fracaso de su presidencia.

Una guerra sistémica: BRICS, Eurasia y el Sur Global

El verdadero telón de fondo de esta guerra no es el uranio iraní, sino el equilibrio de poder global. Como lo advertía Pepe Escobar, esto es una confrontación sistémica: se busca detener el ascenso del BRICS, desestabilizar Eurasia, cortar los flujos logísticos de la Nueva Ruta de la Seda y reposicionar a Estados Unidos como árbitro de la seguridad internacional.

China y Rusia observan con recelo. Beijing aún no ha emitido una condena directa, pero ha suspendido conversaciones económicas con Washington. Moscú, en cambio, ha sido explícito: Medvedev ha dicho que el ataque podría llevar a una respuesta nuclear indirecta. Además, Irán ha comenzado contactos con el Kremlin para obtener apoyo militar, financiero y diplomático. Teherán también anunció una visita de su canciller a Moscú en los próximos días.

Medvedev publicó un mensaje en redes sociales que condensa la lectura rusa del conflicto:

  1. La infraestructura crítica del ciclo de combustible nuclear de Irán permanece funcional o sufrió daños menores.
  2. La producción de uranio enriquecido y el desarrollo de armas nucleares continuarán, ahora de forma más explícita.
  3. Varios países están listos para suministrar ojivas nucleares a Irán, en caso de ser necesario.
  4. Israel está siendo golpeado con misiles, las alarmas suenan sin descanso y la población entra en pánico.
  5. Estados Unidos se ha enredado en una nueva guerra con perspectivas de intervención terrestre.
  6. El régimen político iraní no solo ha sobrevivido: ha salido fortalecido internamente.
  7. El pueblo iraní se ha unido alrededor de su liderazgo religioso, incluso quienes antes eran indiferentes.
  8. Trump, autoproclamado «presidente de la paz», ha lanzado a su país a otra guerra.
  9. La mayor parte del mundo condena las acciones de Estados Unidos e Israel.
  10. Con esta guerra, Trump puede olvidarse para siempre del Premio Nobel de la Paz.

Estas afirmaciones no solo reflejan la postura rusa, sino el sentimiento de buena parte del Sur Global: un rechazo al unilateralismo occidental y la narrativa del castigo preventivo.

Nueva escalada: Irán aprueba el cierre del Estrecho de Ormuz

Hace apenas unos minutos, el Parlamento iraní aprobó oficialmente el cierre del Estrecho de Ormuz, una medida sin precedentes desde 1972. Esta decisión, pendiente aún de ser ratificada por el Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán, podría tener un impacto demoledor sobre los mercados energéticos globales.

El Estrecho de Ormuz conecta el Golfo Pérsico con el Mar Arábigo y es la vía por la que circula aproximadamente el 20% del consumo mundial de petróleo líquido. Más de 20 millones de barriles diarios transitan por esta franja de mar entre Irán y Omán. Su cierre total implicaría un colapso inmediato en el suministro de crudo global.

De hecho, tras los ataques de Estados Unidos, más de 50 superpetroleros comenzaron a evacuar el estrecho de forma urgente. Los mercados, cerrados al momento del anuncio, ya anticipan un salto significativo en precios. Según estimaciones de JP Morgan, un cierre del Estrecho de Ormuz podría empujar el precio del petróleo a niveles de entre 120 y 130 dólares por barril.

Las implicaciones serían inmediatas: un repunte en la inflación estadounidense hasta niveles de 5% —el más alto desde marzo de 2023— y un golpe severo a las expectativas de recortes de tasas por parte de la Reserva Federal. En términos energéticos, esta es la peor pesadilla para Occidente, y un punto de inflexión geoeconómico con impactos globales.

Trump contra su base: los halcones y los nacionalistas

Internamente, Trump enfrenta un dilema político profundo. Su base MAGA está dividida. Algunos líderes como Stephen Bannon y Charlie Kirk han criticado abiertamente el ataque. “No fue esto lo que nos prometiste”, decían miles de mensajes en los chats conservadores la noche del bombardeo. Kirk, aunque aún defiende el “instinto estratégico” de Trump, cuestionó abiertamente el riesgo de bajas estadounidenses y el posible desenlace catastrófico.

Este conflicto tambalea la imagen de Trump como el “presidente de la paz”, y lo acerca peligrosamente al perfil de Bush en Irak. La diferencia: Irán no es Irak. Tiene el doble de población, mayor capacidad misilística y una red de aliados como Hezbollah, los hutíes, y milicias en Siria e Irak.

Ecos de la historia y paralelos históricos

Lo que estamos viviendo recuerda a 1914: una chispa en una región tensa desencadenando una cadena de alianzas, malentendidos y escaladas. Como en aquel entonces, nadie parece tener control total del conflicto. Israel, tras 11 días de intercambios con Irán, ha sufrido ataques en su infraestructura energética y zonas residenciales. La población civil en Tel Aviv vive bajo alarmas antiaéreas constantes. A la vez, ciudades iraníes reportan víctimas civiles por ataques israelíes.

La pregunta ahora es que tan profunda será esta guerra.

Efectos económicos globales

  1. Petróleo en llamas: El crudo Brent ya superó los 75 dólares por barril. Con el cierre del Estrecho de Ormuz, podría rebasar los 120. Las navieras están suspendiendo operaciones en la zona. Se avecina una nueva crisis energética.
  2. Inflación y tasas de interés: La Fed y el BCE podrían verse obligados a frenar o incluso revertir los recortes de tasas planeados. En medio de un entorno ya debilitado por bajo crecimiento, esta disyuntiva puede empujar al mundo a una estanflación prolongada.
  3. Inestabilidad cambiaria: Monedas emergentes como el peso mexicano, el real brasileño y la rupia india pueden comenzar a perder valor rápidamente.
  4. Oro y plata al alza: El oro ha cruzado los 2,100 dólares por onza. La plata está repuntando con fuerza.
  5. Desdolarización: Países aliados de Irán y del BRICS están discutiendo acelerar mecanismos alternativos al sistema SWIFT.

Impacto directo en México

México, como país importador neto de combustibles, enfrenta un escenario muy complejo:

  • Gasolina más cara: Los precios subirán en días y el subsidio mediante IEPS, prometido por Claudia Sheinbaum, tiene un límite fiscal.
  • Inflación presionada: Si los energéticos aumentan, Banxico enfrentará un dilema: seguir bajando tasas o priorizar la estabilidad de precios.
  • Debilidad fiscal: Los ingresos extraordinarios podrían no compensar el costo del subsidio prolongado.
  • Riesgo para el comercio exterior: Si el Golfo Pérsico se militariza, los costos logísticos aumentarán y el sector externo podría sufrir.

Conclusión: La guerra ya comenzó

Ya no hablamos de escenarios hipotéticos: la guerra es un hecho. Estados Unidos ha cruzado el umbral, e Israel e Irán intercambian fuego real mientras Rusia y China estrechan filas en un frente estratégico común. El petróleo amenaza con dispararse, el dólar muestra señales de fragilidad, la inflación se reactivará y la consolidación del orden multipolar se acelerará como nunca antes.

Lo que ocurra en los próximos días dependerá de la forma en que Irán decida responder: si lo hace con fuerza desmedida o con una estrategia calculada. Pero, más allá de esa elección, el daño estructural ya está hecho. El equilibrio global ha sido roto. El reloj nuclear sigue avanzando, y esta vez no solo marca la cercanía de una posible catástrofe: refleja el pulso acelerado de una civilización que, una y otra vez, se niega a aprender de sus errores.

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Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

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