El director de la consultora energética GMEC, Gonzalo Monroy, aseguró que México perdió la ventana de oportunidad más prometedora que ofrecía el fenómeno del nearshoring, la cual se presentó entre 2021 y 2022, cuando las cadenas de suministro globales estaban tensionadas tras la pandemia.
Monroy señaló que la administración federal pasada no capitalizó esta coyuntura, enfocándose en una política de centralización del poder, en lugar de generar condiciones estructurales para atraer inversión extranjera en manufactura y proveeduría.
Retos estructurales frenan inversión
Incluso hoy, explicó Monroy, persisten obstáculos que impiden materializar proyectos ligados al nearshoring, entre ellos:
- Dificultades logísticas para conseguir equipos y componentes clave (como turbinas) para proyectos industriales o energéticos.
- Tiempos de espera largos (hasta 36 o 48 meses) para obtener dichos equipos, incluso si se realizaran licitaciones inmediatas.
- Ausencia de infraestructura institucional, ya que la reorganización regulatoria del sector energético ha dejado vacíos en la atención de trámites y permisos.
Factores geopolíticos y de certidumbre también pesan
Por su parte, Dante San Pedro, presidente de la Academia Mexicana de Derecho Energético (AMDE), destacó que México posee condiciones naturales para convertirse en un centro de manufactura y proveeduría para EE. UU.
Sin embargo, advirtió que factores como cambios en la política comercial de EE. UU. y la falta de una estrategia energética clara y funcional en México, han generado incertidumbre entre los inversionistas, que podrían reconsiderar sus decisiones.
Ambos especialistas coincidieron en que México debe pensar más allá del corto plazo y para recuperar el atractivo perdido frente al nearshoring es fundamental que:
- Se fortalezcan las capacidades institucionales.
- Se promueva la autosuficiencia en componentes clave.
- Se defina una política energética con visión industrial.
Con información de Reforma.