La industria automotriz estadounidense enfrenta un escenario incierto tras el anuncio del gobierno de Donald Trump de imponer un arancel del 25% a las importaciones de vehículos y autopartes, incluidos los productos provenientes de sus socios del T-MEC, México y Canadá.
Esta medida, que entrará en vigor el 3 de mayo, ha generado fuertes reacciones entre fabricantes y expertos del sector.
El Consejo Americano de Política Automotriz (AAPC), que representa a Ford, General Motors y Stellantis, advirtió que los fabricantes no podrán absorber los nuevos costos sin poner en riesgo su competitividad global.
“El sector puede prosperar con nuestros socios canadienses y mexicanos”, señaló Matt Blunt, presidente del AAPC, quien alertó sobre los efectos en los precios, las inversiones a largo plazo y la estabilidad de la cadena de suministro.
El estudio “El impacto del arancel del 25% en la industria automotriz estadounidense”, elaborado por el consultor Arthur B. Laffer, exasesor presidencial de Trump, advierte que las consecuencias van más allá del aumento de costos.
El informe destaca el riesgo de frenar la planificación estratégica, debilitar la confianza del consumidor y tensionar las cadenas de suministro norteamericanas.
En este contexto, los fabricantes deberán certificar el porcentaje de contenido estadounidense en cada componente, desde pistones hasta inyectores, lo cual implica rastrear piezas a través de complejas cadenas de suministro que, en muchos casos, cruzan la frontera hasta ocho veces.
“Sería pedir una declaración de origen de todos los materiales”, explicó Alberto Bustamante, director de la Agencia Nacional de Proveedores del Sector Automotriz (ANAPSA), al señalar la carga operativa que implicará para los proveedores.
Eric Ramírez, director de Urban Science para América Latina y el Caribe, añadió que un vehículo puede contener entre 70 mil y 90 mil piezas, lo que amplifica la dificultad de cumplir con los nuevos requisitos.
México, principal proveedor de autopartes para EE. UU. con una participación del 43.18% en las importaciones, podría ver afectada su posición, a pesar de que el valor de contenido estadounidense pueda deducirse parcialmente del arancel.
Miguel Elizalde, consultor del sector, advirtió sobre la ambigüedad del criterio de “transformación sustancial” incluido en las nuevas reglas, lo que genera incertidumbre jurídica.
También alertó que el alto costo de implementar sistemas de trazabilidad podría impulsar la relocalización de proveedores hacia Estados Unidos, alineándose con la estrategia del expresidente Trump de fortalecer la manufactura nacional.
Con el 86.8% de las exportaciones mexicanas de autopartes destinadas a Estados Unidos, la industria enfrenta una encrucijada: invertir en trazabilidad para cumplir con los nuevos requisitos o diversificar mercados ante posibles disputas comerciales y cambios en la política arancelaria.
Con información de El Economista y Expansión.