El pasado jueves 6 de febrero, de acuerdo con las expectativas de la mayoría de los analistas, la Junta de Gobierno del Banco de México tomó la decisión de reducir su tasa de interés objetivo en 50 puntos base, para ubicarla en 9.50%. Esta es la sexta baja en la tasa, y la de mayor magnitud, desde que el banco central inició su ciclo de disminuciones el año pasado.
El reciente recorte de tasas ocurre en un contexto de desaceleración económica y moderación inflacionaria, y apenas días después de que México alcanzara un acuerdo que evitó la imposición de aranceles del 25% a sus exportaciones por parte del gobierno de Donald Trump. Dicho acuerdo, alcanzado el lunes 3 por la mañana, implicó el compromiso del Gobierno de México de desplegar 10,000 tropas en la frontera con Estados Unidos para contener los flujos migratorios y el narcotráfico.

Sin embargo, esta tregua no es definitiva. Aunque no se han establecido KPIs específicos para evaluar el cumplimiento del pacto, México deberá demostrar avances concretos en estas áreas. De lo contrario, antes del próximo 4 de marzo la amenaza arancelaria volverá a estar sobre la mesa, poniendo en riesgo la estabilidad económica del país y afectando gravemente nuestro comercio exterior.
Ante este escenario, la decisión de Banxico implica oportunidades y riesgos, cuyos efectos en el corto y mediano plazo analizo en esta entrega para explicarte cómo podría impactar la economía nacional en el corto y mediano plazos.
1. El contexto macroeconómico y la decisión de Banxico
La economía global ha mostrado signos de desaceleración, mientras que Estados Unidos mantiene un crecimiento relativamente sólido de 2.8% en 2024, tasa considerablemente superior al 1.3% que habría crecido la economía mexicana. Sin embargo, como es bien sabido, las tensiones comerciales con China, México y Canadá han aumentado la incertidumbre en los mercados financieros, lo que ha llevado a una mayor volatilidad del peso mexicano y a un panorama de elevados riesgos globales.
En el ámbito interno, México ha experimentado una contracción de la actividad económica en el cuarto trimestre de 2024, lo que se ha traducido en un menor dinamismo en el mercado laboral que sólo fue capaz de crear 73 mil 176 empleos formales en enero 2025, la cifra más baja en 9 años. En este escenario, la inflación general bajó a 3.59% en el primer mes de 2025, un nivel no visto desde el arranque de 2021. La inflación subyacente, que excluye los bienes y servicios más volátiles, también ha descendido hasta 3.66% en enero, lo que ha brindado al banco central un margen de maniobra para flexibilizar la política monetaria.

No obstante los avances en la lucha contra la inflación, la Junta de Gobierno de Banxico ha advertido que existen riesgos inflacionarios al alza, que consisten en: la persistencia de la inflación subyacente; mayor depreciación cambiaria; disrupciones por conflictos geopolíticos o políticas comerciales; afectaciones climáticas; y mayores presiones en los costos de las empresas.
Respecto a esto último, llama mucho la atención que si bien la inflación al consumidor ha mostrado una tendencia a la baja, la inflación de precios al productor ha tomado una dirección opuesta y de manera alarmante. En enero de 2025, el Índice Nacional de Precios al Productor (INPP) registró un incremento anual del 7.86%, una cifra considerablemente mayor al 1.02% observado un año antes. Esto indica que las presiones de costos a nivel empresarial podrían pronto comenzar a trasladarse eventualmente al consumidor, dificultando el objetivo de Banxico de alcanzar la meta inflacionaria del 3% en el tercer trimestre de 2026.
2. Estímulo al Consumo y la Inversión
Si bien el mandato único del Banco de México es preservar el poder adquisitivo de la moneda, su reciente decisión de reducir la tasa de interés tiene como uno de sus principales objetivos estimular el consumo privado y la inversión fija bruta. De acuerdo con datos del INEGI, el consumo privado mostró un incremento de apenas 0.5% mensual en noviembre de 2024, mientras que la inversión fija bruta total creció sólo 0.1% en el mismo periodo. A tasa anual, el consumo privado creció 0.7%, mientras que la inversión fija bruta total se contrajo 0.3 por ciento, después de haber caído -4.4% en octubre y -2.0% en septiembre de ese mismo año.

Con una tasa de interés más baja, se espera que gobiernos, empresas y familias vean disminuidos los costos de sus créditos a tasa variable, y que además, el crédito al consumo y a las empresas se vuelva más accesible, incentivando un mayor dinamismo en la economía. No obstante, el efecto positivo podría verse limitado por la incertidumbre interna y externa. En el ámbito interno no se sabe cómo quedará el sistema de impartición de justicia en México y se percibe al gobierno federal como arbitrario, sin contrapesos y capaz de modificar las reglas del juego para los empresarios en cualquier momento. En el ámbito internacional, no hay claridad respecto de cómo quedará el tema arancelario con Estados Unidos y si la revisión de T-MEC llegará a buen puerto.

Es por ello que, a pesar de la reducción en la tasa de interés, el entorno de incertidumbre por las políticas comerciales de EE.UU. podría frenar el apetito por la inversión en sectores sensibles a la exportación, como la manufactura y la industria automotriz.
Aunado a lo anterior, otro factor que impacta negativamente a la inversión productiva es la persistente debilidad en la confianza del consumidor, que en enero de este año registró caídas de 0.3 puntos a tasa mensual y de 0.4 puntos a tasa anual. Por su parte, el Indicador Global de Opinión Empresarial de Confianza (igoec) registró un valor de 51.4 puntos, lo que implica una caída de 0.6 puntos en relación con el mes anterior, mientras que en su comparación anual descendió 4.6 puntos.
Un factor adicional es la capacidad de respuesta del sector bancario. A pesar de la reducción de tasas, los bancos podrían mantener restricciones en el acceso al crédito debido a la incertidumbre económica y por la reciente declaración de organizaciones terroristas a los cárteles de la droga mexicanos. Por ello, la reactivación del consumo e inversión dependerá también de las condiciones de financiamiento que las instituciones financieras establezcan para hogares y empresas.
3. El peso mexicano y la volatilidad cambiaria
La reducción de la tasa de interés por parte del Banco de México podría generar presiones adicionales sobre el tipo de cambio, particularmente en un entorno de alta volatilidad derivado de las políticas económicas del presidente Donald Trump. Una menor tasa de interés relativa frente a otras economías reduce el diferencial de rendimientos, lo que podría hacer menos atractivos los activos denominados en pesos para los inversionistas globales. Esto, a su vez, aumentaría el riesgo de salidas de capital, debilitando la moneda nacional y elevando la volatilidad en los mercados cambiarios.

Si bien la depreciación del peso observada tras el anuncio de los aranceles de EE.UU. fue parcialmente revertida después de que se anunciara que éstos fueron pospuestos por un mes, el panorama sigue siendo frágil. Cualquier señal de menor rentabilidad o incertidumbre sobre la estabilidad macroeconómica de México podría intensificar la aversión al riesgo y fomentar una mayor fuga de capitales. En este contexto, un peso más débil encarece las importaciones, lo que genera presiones inflacionarias adicionales, sobre todo en bienes esenciales como alimentos, combustibles e insumos industriales.
Dado este escenario, aunque la autoridad monetaria ha dicho que continuará con los recortes de tasa de interés, enfrenta un dilema complejo: por un lado, el ajuste a la baja en las tasas busca estimular el crecimiento interno y reducir el costo del crédito; por otro, una relajación prematura de la política monetaria podría aumentar la vulnerabilidad financiera del país y comprometer la estabilidad de precios.
4. La Reserva Federal y la Sincronización de Políticas Monetarias
Otro factor clave a considerar es la política monetaria de la Reserva Federal de EE.UU., que en su última reunión decidió mantener sin cambios su tasa de referencia, en un contexto donde las expectativas del mercado sobre futuros recortes han ido ajustándose ante datos económicos con mejor desempeño de lo previsto. Si la FED decide postergar sus propios recortes de tasas debido a un crecimiento económico resiliente y presiones inflacionarias persistentes (la inflación de EE.UU. cerró 2024 con una inflación de 2.9%), la brecha entre las tasas de interés de ambos países podría reducirse significativamente dadas las intenciones del Banco de México de continuar con los recortes de tasas a lo largo de este año.

Este diferencial ha sido un factor clave para atraer flujos de inversión a México, particularmente en el mercado de bonos gubernamentales, donde los rendimientos han sido bastante atractivos para inversionistas extranjeros. Sin embargo, una menor diferencia en tasas reduciría el incentivo para mantener posiciones en pesos, elevando la posibilidad de una salida de capitales.
Además, si la Reserva Federal mantiene una postura restrictiva por más tiempo del esperado, la fortaleza del dólar podría generar un efecto adverso sobre las monedas de mercados emergentes, incluido el peso mexicano. Un tipo de cambio más débil encarecería las importaciones y presionaría al alza la inflación en México, lo que complicaría aún más el margen de maniobra del Banco de México para continuar con una política de relajación monetaria sin poner en riesgo su objetivo de llegar a una inflación del 3.0 por ciento.
Conclusiones: Oportunidades y Riesgos en el Horizonte
El recorte de tasas de interés por parte de Banxico constituye un intento por estimular el consumo y la inversión en un entorno de desaceleración económica y moderación inflacionaria. Con un costo del crédito más bajo, se espera que gobiernos, hogares y empresas tengan un ahorro en el costo financiero de su deuda, así como un mayor acceso a financiamiento, lo que podría traducirse en un mayor dinamismo en sectores clave. Asimismo, esta medida refuerza la posición del banco central como un actor proactivo en la búsqueda de estabilidad y crecimiento.
Sin embargo, la decisión no está exenta de riesgos. La persistente incertidumbre interna, la amenaza arancelaria de EE.UU. y la volatilidad cambiaria podrían limitar los efectos positivos de la baja en tasas. Además, el diferencial de tasas con la Reserva Federal y las crecientes presiones en los costos de producción podrían comprometer la estabilidad financiera y dificultar la meta de inflación del 3%.
En este contexto, Banxico enfrenta un delicado equilibrio: mantener una política monetaria que impulse la actividad económica sin desatar presiones inflacionarias o fugas de capital. La clave estará en la capacidad del banco central para ajustar su postura conforme evolucionen las condiciones económicas, evitando decisiones que puedan comprometer la estabilidad a largo plazo.
Son tiempos de mucha incertidumbre y en GAEAP podemos mantenerte informado.
Alejandro Gómez Tamez*
Director General GAEAP*
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