Las principales predicciones para 2025

En un mundo donde las crisis financieras, los cambios geopolíticos y las revoluciones tecnológicas se entrelazan, anticipar lo que nos depara el futuro es más importante que nunca

El arranque de 2025 se da en un contexto de grandes transformaciones en economía, política y cultura a una escala global, como lo demuestran la creciente adopción de tecnologías disruptivas y los cambios en los liderazgos políticos en países clave como Estados Unidos, Alemania y Canadá. En un mundo donde las crisis financieras, los cambios geopolíticos y las revoluciones tecnológicas se entrelazan, anticipar lo que nos depara el futuro es más importante que nunca.

Doug Casey, reconocido inversionista y analista con décadas de experiencia en mercados financieros y autor de varios libros sobre inversión y geopolítica, ofrece una interesante perspectiva sobre las tendencias que moldearán este año. Desde el posible resurgimiento de los valores conservadores hasta el impacto de la innovación tecnológica, pasando por los desafíos que enfrenta el mercado financiero global, Casey explora los cambios que podrían marcar nuestras vidas en este año que arranca.

En un artículo publicado el jueves 2 de enero y titulado “La principal predicción de Doug Casey para 2025” menciona sus predicciones clave, destacando los riesgos y oportunidades que enfrentaremos, y plantea una reflexión sobre cómo prepararnos en una era de incertidumbre acelerada. ¿Estamos listos para adaptarnos al cambio, o caeremos en las trampas del estancamiento? La respuesta, como siempre, está en nuestras manos.

El retroceso del progresismo y el surgimiento de un nuevo paradigma cultural

El cambio cultural que comenzó en 2024 no muestra signos de desaceleración y por el contrario, se intensifica. Casey identifica un rechazo creciente hacia el progresismo, el wokismo y las políticas asociadas con la diversidad, la equidad y la inclusión (DEI), que durante los últimos años han dominado las narrativas globales y de grandes corporaciones. Este rechazo no es meramente político; es un fenómeno social que refleja un hartazgo con lo que muchas personas perciben como prácticas forzadas y dañinas, tanto en el ámbito social como económico, y que no son viables a largo plazo.

En el escenario global, líderes disruptivos como Javier Milei en Argentina, el avance del partido AfD (Alternative für Deutschland) en Alemania y el regreso de Donald Trump en Estados Unidos simbolizan una contrarrevolución cultural y política. Según Casey, este cambio responde a la percepción de que las agendas progresistas han socavado la cohesión social y han debilitado las economías mediante la implementación de regulaciones costosas y políticas redistributivas.

Lo que está en juego, argumenta Casey, es un intento de las sociedades por recuperar el control sobre su destino, rechazando narrativas que perciben como dogmáticas y regresando a principios más tradicionales y libertarios. Este cambio cultural, aunque bienvenido para algunos, no estará exento de tensiones. Los grupos progresistas, aún poderosos, harán todo lo posible por resistir este movimiento, intensificando las divisiones sociales en muchos países.

Agrega que es curioso que el Foro Económico Mundial y sus semejantes sigan hablando de 2030 como un año mágico, porque el cambio de tendencia que comenzó en 2024 va en contra de todo lo que el Foro Económico Mundial y los progresistas aspiraban a lograr en 2030. Y finaliza mencionando que desde una perspectiva pesimista, aproximadamente el 50% de la población de las sociedades occidentales se ha transformado en parásitos, que reciben mucho más del gobierno de lo que aportan a la sociedad.

La economía: entre el progreso tecnológico y la amenaza de colapso

En el ámbito económico, 2025 será un año de extremos. Por un lado, Casey destaca los avances exponenciales en tecnología como una fuerza transformadora. Innovaciones en inteligencia artificial, biotecnología, exploración espacial y computación cuántica prometen impulsar y transformar radicalmente la economía global. Estas tecnologías podrían incrementar la productividad, reducir costos y abrir nuevas oportunidades económicas.

Sin embargo, estas promesas de progreso coexisten con una realidad económica frágil. Los mercados financieros, inflados por décadas de emisión monetaria y deuda acumulada, están al borde del colapso. Casey anticipa una «Gran Depresión» que, aunque dolorosa, podría ser necesaria para corregir las distorsiones acumuladas en el sistema financiero. Este proceso implicará una redistribución significativa del capital hacia sectores más productivos, pero el costo social será alto, especialmente para la clase media.

El peor de los escenarios, según Casey, sería una depresión hiperinflacionaria, en la que los gobiernos intenten resolver la crisis con más emisión de dinero, como lo hicieron en 2008-09 (que el mundo siga de fiesta con dinero prestado). Esto podría erosionar aún más la confianza en las monedas nacionales, desestabilizando las economías y profundizando las desigualdades sociales.

El mercado de valores en general está en una burbuja histórica, y al público le encanta. Casey considera que la fiesta se ha acabado. El mercado de bonos sigue siendo una triple amenaza para tu capital: riesgo de tasas de interés, riesgo de incumplimiento y depreciación de la moneda.

A pesar de este panorama sombrío, Casey mantiene que la capacidad de adaptación humana, combinada con el avance tecnológico, podría generar una recuperación sostenible a largo plazo. Sin embargo, este optimismo dependerá de que las naciones sean capaces de tomar decisiones difíciles y resistir la tentación de soluciones inflacionarias a corto plazo.

Estados Unidos y el escenario geopolítico en 2025

Es importante reconocer que el gobierno de Estados Unidos está en bancarrota, vive de dinero prestado y esa tendencia se ha vuelto exponencial. Casey considera que el gasto público promiscuo continuará bajo el gobierno de Trump, a pesar de los mejores esfuerzos de Elon Musk, Vivek Ramaswamy y el futuro Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE). Esto se debe a que si no siguen gastando y creando dinero, toda la pirámide de deuda que se ha construido durante muchas décadas se derrumbará. Por lo tanto, el dólar estadounidense seguirá estando inflado, pero al mismo tiempo, si la administración Trump desregula radicalmente, la eficiencia en la manufactura y la producción mejorará radicalmente.

El regreso de Trump a la Casa Blanca también redefine el papel de Estados Unidos en el mundo. Aunque su administración ha prometido desregulación económica y un enfoque renovado en la autosuficiencia, Casey advierte que las políticas que Trump piensa llevar a cabo podrían intensificar las tensiones globales. El uso del dólar como herramienta de presión geopolítica, la imposición de aranceles punitivos, combinado con un aumento en el gasto militar, podría aislar aún más a Estados Unidos y fortalecer a sus adversarios, especialmente China.

Menciona que la idea de utilizar aranceles para castigar a los extranjeros que envían mercancías a Estados Unidos a cambio de la depreciación del dólar fiduciario es bastante idiota.

Además, la dependencia de más de 800 bases militares en el extranjero y el aumento constante del gasto en defensa plantean preguntas sobre la viabilidad de esta estrategia. Según Casey, aunque Trump parece evitar conflictos militares directos, su inclinación por utilizar medidas proteccionistas y arancelarias podría generar tensiones económicas y políticas que impacten negativamente en la posición global de Estados Unidos.

En este contexto, las alianzas internacionales se están reconfigurando. Potencias como China y Rusia están fortaleciendo sus lazos mientras intentan contrarrestar la influencia estadounidense. Este proceso podría marcar intensificar la construcción de un orden multipolar, donde el poder económico y político esté distribuido entre varias naciones.

La clase media: un pilar en riesgo

Un aspecto central del análisis de Casey es la importancia de la clase media como motor de innovación y prosperidad económica. Sin embargo, este grupo enfrenta desafíos significativos en 2025. El desempleo tecnológico (causado principalmente por las IAs y mayor uso de robots), combinado con una redistribución del capital hacia sectores más productivos, podría erosionar aún más su estabilidad económica.

La clase media, según Casey, tiene un papel crucial en liderar un cambio estructural que reduzca las dependencias económicas y elimine las políticas redistributivas insostenibles, fomentando un modelo más sostenible y dinámico. Esto implica que, para lograr dicho cambio, la clase media debe adaptarse rápidamente a un entorno económico que está en constante transformación. Para ello, será esencial que invierta en su propio desarrollo, adquiriendo nuevos conocimientos, habilidades relevantes y cultivando una resiliencia personal que le permita enfrentar los retos y aprovechar las oportunidades de esta nueva realidad. Así, su capacidad de adaptación y proactividad será el motor de un cambio profundo y duradero.

El papel de la innovación y los principios morales

A pesar de los desafíos, Casey sostiene que la innovación tecnológica y la capacidad humana para adaptarse son las claves para superar esta encrucijada. Las transformaciones en sectores como la inteligencia artificial y la nanotecnología no solo están redefiniendo la economía, sino también la naturaleza de la vida cotidiana.

En los próximos cinco años, veremos robots humanoides volverse comunes, baratos y extremadamente poderosos, en la misma dirección que los de la película Terminator. Con suerte, estarán programados para hacer el amor, no la guerra.

No obstante, el analista advierte que el progreso técnico debe ir acompañado de una base moral sólida. En tiempos de crisis, la tentación de actuar de manera egoísta o destructiva puede ser fuerte, pero construir un futuro sostenible requerirá un compromiso con principios éticos y una visión a largo plazo.

La gente debe entender que dejando el dinero de lado, su principal activo no son las cosas. Es su conocimiento, sus habilidades y su carácter. En una era de cambios extremadamente rápidos, si no mejoras constantemente, podrías convertirte, sin querer, en alguien inútil. Es más crítico que nunca construir tanto capital físico como intelectual. Y, lo más importante, capital moral. La debilidad y la pobreza son perdonables; la villanía, no. Haz lo correcto.

Conclusión

En conclusión, las perspectivas de Doug Casey para 2025 destacan un panorama lleno de retos y oportunidades, marcado por cambios económicos, políticos y tecnológicos de gran magnitud. Aunque su análisis refleja cierto optimismo en el largo plazo gracias a la aceleración tecnológica y la posible contrarrevolución cultural, también advierte sobre los riesgos inmediatos: una crisis financiera global, el debilitamiento de la clase media y la persistencia de dinámicas económicas insostenibles.

Casey subraya la importancia de adaptarse a estos cambios invirtiendo no solo en activos tangibles, sino también en habilidades, conocimiento y valores éticos. En un mundo cada vez más impredecible, el fortalecimiento personal y el aprovechamiento estratégico de las oportunidades emergentes serán clave para prosperar. La verdadera pregunta es si estaremos listos para navegar este complejo escenario o sucumbiremos a sus retos. La respuesta, como él mismo señala, dependerá de nuestra capacidad de resiliencia y acción.

Son tiempos de mucha incertidumbre y en GAEAP podemos mantenerte informado.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

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