La crisis de deuda internacional y el problema de todos los mexicanos

Los altos niveles de deuda impactan en la salud de las economías mundiales

El mundo se ha vuelto adicto a la deuda para crecer y eso es algo que debería preocuparnos a todos. El endeudamiento de gobiernos, corporaciones, bancos y familias aumenta mes con mes alcanzando niveles nunca vistos. Tan sólo el pasivo de los gobiernos es equivalente al tamaño del Producto Interno Bruto (PIB) mundial, lo que tendrá un alto costo para sus poblaciones.

La carga de la deuda ha crecido tanto por el contexto actual de elevadas tasas de interés que ahora representa una amenaza creciente para los niveles de vida de todas las economías.

El problema es que la mayoría de los políticos prefieren ignorar el problema y no están dispuestos a hablar con franqueza sobre la urgente necesidad de mejorar la recaudación y de ser más eficientes con el gasto público. Por el contrario, hacen promesas derrochadoras que, como mínimo, aumentan las presiones inflacionarias.

En este sentido, en un artículo publicado en el portal de Zerohedge el pasado 16 de agosto y titulado “La deuda global alcanza un nuevo máximo de 315 billones de dólares” se informa que el volumen de deuda global alcanzó un nuevo récord en el primer trimestre de 2024, al aumentar 1.3 billones de dólares adicionales en tan solo tres meses.

Esta avalancha de endeudamiento es una tendencia generalizada en todas las economías.

Si bien Estados Unidos y Japón fueron los mayores contribuyentes en las economías avanzadas, China, India y México impulsaron el mayor crecimiento del endeudamiento en los mercados emergentes.

En general, la relación deuda global total respecto al PIB alcanzó el 333% a medida que las mayores tasas de interés se traducen en elevados costos del servicio de la deuda, lo que ocasiona que las crecientes cargas de la deuda continúen acumulándose.

El siguiente gráfico, a cargo de Dorothy Neufeld de Visual Capitalist, muestra el volumen de deuda global en 2024, según datos del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF).

Desde el inicio de la pandemia de Covid-19 en marzo de 2020, la deuda ha aumentado un 21%, sumándole 54.1 billones de dólares más al saldo del total mundial.

Hoy, la mayor parte de la deuda está en manos de corporaciones no financieras, con 94.1 billones de dólares, mientras que los préstamos gubernamentales le siguen de cerca con 91.4 billones de dólares. Mientras tanto, el sector financiero tiene una deuda de 70.4 billones de dólares y los hogares, de 59.1 billones de dólares.

Si bien en su momento las medidas de estímulo durante la pandemia impulsaron una mayor cantidad de préstamos, ahora están dejando a muchas economías en una situación más precaria. Sabemos que en México no hubo apoyos durante la pandemia, pero eso no significa que la deuda no haya dejado de crecer, como lo he expuesto en pasadas entregas.  Por su parte, en Estados Unidos, los costos del servicio de la deuda son ahora mayores que el gasto de defensa, y la factura de intereses aumentará aún más. En el caso de México, se estima que este año el pago de intereses por la deuda sumará 1.2 billones de pesos, lo que representa el 3.3% del Producto Interno Bruto (PIB) y el 16.5% de los ingresos presupuestarios del gobierno federal.

En consecuencia, los gobiernos ahora necesitan aumentar los impuestos o recortar el gasto para hacer frente a la problemática de su creciente deuda. Hasta ahora, ningún partido político tiene una estrategia significativa que aborde la sostenibilidad fiscal del país en el mediano y largo plazos.

Para los mercados emergentes, como México, el aumento de la carga de la deuda presenta mayores riesgos. Estos riesgos son especialmente graves debido a que el país experimentará  un menor crecimiento económico en un entorno de tasas altas, situación que se espera para el 2025.

El déficit público se incrementó 51% al cierre del primer semestre

Como era de esperarse, de acuerdo con datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), el déficit fiscal, medido a través de los Requerimientos Financieros del Sector Público (RFSP), presentó un crecimiento anual de doble dígito en el primer semestre del año, además de ubicarse en su mayor nivel desde que se tiene registro.

Entre enero y junio de 2024, los RFSP se ubicaron en 821 mii millones de pesos (mmdp), lo que representó un crecimiento de 51.2% en comparación con los 543 mmdp registrados en el mismo periodo del año pasado.

Como lo he mencionado en este espacio, se espera que este año los RFSP se coloquen en un nivel no visto desde la década de los ochentas. Las proyecciones de Hacienda arrojan que, al cierre de este año, se ubicarían en 5.9% del PIB, esto ante un mayor endeudamiento durante un año electoral y para terminar las obras insignia de la actual administración, como el Tren Maya y la Refinería Dos Bocas.

De esta manera, el techo de endeudamiento aprobado por el Congreso de la Unión es de 1.9 billones de pesos en el mercado interno, mientras que para el endeudamiento externo lo autorizado fue por 18,000 millones de dólares.

En tanto, para el 2025, el primer año de la administración de Claudia Sheinbaum, la SHCP  prevé que el déficit disminuya a 3% del PIB, algo que se ve prácticamente imposible sin una reforma fiscal, un punto que abordaré más adelante en esta entrega.

Cabe recordar que de acuerdo con cifras de Hacienda, el pasado junio el Saldo Histórico de los RFSP (la medida más amplia de la deuda) alcanzó un monto de 16.030 billones de pesos, cifra que equivale al 47.8% del PIB (en el entendido de que el PIB nominal, que aún no se publica, sea de 33.54 billones de pesos).

Las cifras confirman que aunque el discurso oficial del presidente López Obrador y de los funcionarios de la Secretaría de Hacienda es en el sentido de que la actual administración no ha endeudado al país, los datos dicen otra cosa. En 2024 la deuda pública (ampliada) como porcentaje del PIB se encuentra en su nivel más alto desde el 2000. Y la única razón por la cual la deuda no se elevó más como porcentaje del PIB es porque hubo alta inflación y un crecimiento económico magro. A continuación pongo un ejemplo:

Si el PIB nominal es de 33.54 billones de pesos y la deuda es de 16.03 billones de pesos, eso significa que el peso de la deuda respecto al PIB es de 47.8%, como se comentó líneas arriba. Si al paso de un año el deflactor del PIB (inflación) es de 5% y el crecimiento económico anual es de 2%, eso quiere decir que al siguiente año el PIB nominal será de 35.92 billones de pesos. Si en ese mismo lapso el déficit fiscal es de 3.5% del PIB eso implica un endeudamiento adicional de 1.25 billones de pesos, lo que llevaría el saldo de la deuda a 17.28 billones de pesos y a la relación del peso de la deuda respecto al PIB al 48.12%. De esta manera, queda claro que la inflación le ayuda al gobierno a endeudarse de manera importante sin elevar demasiado la relación de deuda a PIB.

La meta de déficit fiscal para el 2025 es inalcanzable

La expectativa de la secretaria de Hacienda es que en 2025 se logre disminuir el déficit público a menos de la mitad del observado este año, lo cual piensan lograr a través de una consolidación fiscal y con recortes al gasto, sin la implementación de una reforma fiscal.

En este sentido, analistas ven difícil que, sólo con recortes al gasto, se logre que los requerimientos financieros puedan llegar a un nivel de 3% o, incluso, de 3.5% del PIB el año que viene. En este sentido cabe señalar que en los Pre Criterios de Política Económica 2025, la SHCP menciona que los RFSP serían de 3.0%, mientras que en algunos discursos, la presidenta electa Claudia Sheinbaum ha mencionado las cifras de 3.0% y de 3.5% del PIB en los RFSP.

Hace unos días el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) publicó un estudio en donde señaló que los recortes al gasto público que hasta ahora se han mencionado, así como una menor tasa de interés no serán insuficientes para llegar a 3% del PIB, por lo que se necesitará de una reforma fiscal que amplie la base de contribuyentes.

Los cálculos del CIEP mostraron que, la conclusión de las obras emblemáticas, así como un recorte en las tasas de interés promedio, podrá reducir el déficit público en 1.1% PIB y si bien, esto se podría combinar con un incremento de la recaudación en 0.8% del PIB por un combate a la informalidad y mayor recaudación por impuestos a la importación, así como menor costo financiero, no sería suficiente para reducir el déficit a 3% del PIB en 2025.

De acuerdo con el CIEP, el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) de este año implica que el gasto total alcanzará un nivel de 26.7% del PIB, lo que equivale a unos 9 billones de pesos. De este monto, 63.3% de este gasto son compromisos ineludibles, que comprenden el costo financiero de la deuda (3.3% del PIB), los gastos de Petróleos Mexicanos (Pemex) y de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) (3.7%), las participaciones a las entidades federativas (4.0%) y pensiones (5.9 por ciento).

El monto restante, que es el 26.6% del PEF, son gastos no ineludibles. De este total, el 3.3% del PIB se destina a la educación, 2.9% del PIB a salud, 1.7% a inversiones, y 2.0% a otros gastos.

Es en este complicado contexto de déficit fiscal crónico, elevada inflación y menor crecimiento económico que México corre un riesgo real de que sea reducida la calificación de su deuda soberana. De materializarse este escenario, provocaría el incremento de las tasas de interés y una mayor depreciación del peso frente al dólar.

Necesaria una reforma fiscal

Es así que con el fin de que el siguiente gobierno logre bajar el déficit fiscal, es necesario hacer más eficientes los criterios de asignación del gasto público no comprometido. De igual forma, es necesaria una reforma fiscal integral que aumente la base de contribuyentes e incremente los ingresos públicos para enfrentar las presiones y necesidades de un mayor gasto público. Algo fundamental es considerar la equidad fiscal, con cargas y beneficios justos entre todos los sectores sociales y entre las generaciones presentes y futuras.

Lamentablemente, la actual administración federal se negó a llevar a cabo una reforma fiscal y, en su lugar, implementó una serie de Misceláneas Fiscales para combatir la evasión fiscal mediante la eliminación de la compensación universal, además de poner en marcha una agresiva fiscalización a grandes contribuyentes.

En tanto, Claudia Sheinbaum también se ha expresado en contra de implementar una reforma fiscal, al menos, al inicio de su sexenio, pese a las recomendaciones que se han hecho en materia. El tema es delicado y pocos lo están analizando con la seriedad que se debe.

Son tiempos de mucha incertidumbre y necesitamos estar informados.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

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